Toda historia tiene un principio y un final, entre los cuales se desarrolla toda una experiencia de vida. Una experiencia que nosotros disfrutamos día a día y en la cual estamos preparando una nueva: un viaje que sin duda marcará un antes y un después, como todos los viajes, pero este por su magnitud, será enorme. Un viaje del cual hoy vivimos una pequeña parte, una pequeña parte que sirve como prólogo de lo que nos espera, territorios y sitios desconocidos, personas por mirar, animales que contemplar, atardeceres espectaculares, cactus, desierto, montaña, cascadas, playa, mar, desolación, camaradería, amistad, vivir, compartir, experimentar, abrazar y rodar. Todo eso nos espera para dentro de pocas semanas, pero mientras, mientras solamente vivimos una fracción de ello, una parte del camino que en medio de este invierno que se resiste a morir víctima o impulsado por esta loca enfermedad del cambio climático, y que nosotros los “humanos” le hemos causado, nos recibe con el viento en contra, con un viento que nos dice que aún falta, que debemos seguir preparándonos, que ni todo el camino recorrido aún es suficiente, debemos seguir leyendo, instruyéndonos pero sobre todo ir poniendo todo a disposición para disfrutar de esta experiencia de vida…
Sesenta y tres kilómetros era la ruta que tenía contemplada para este día. Tan solo ir a el Obelisco de los Insurgentes por la salida a Parral, recorrer parte del periférico para salir rumbo a Zacatecas hasta Héroe de Nacozari y regresar a Durango. Era un trayecto muy corto, simplemente por conocer dos sitios demasiado cercanos a Durango y por los que he pasado infinidad de veces y ni los conozco. Sólo he visto los letreros sobre la carretera y creo que debe haber algo ahí que valga la pena. Pero ¿cuál pena? ¿Es una pena rodar en moto? ¿Porqué se usa esa frase de “que valga la pena”? La verdad desconozco su origen, pero finalmente y ante las pocas ganas de salir a rodar de mi mochila pese a que no conocía el plan, opté en el último momento por cambiar la ruta para un largo viaje en solitario con rumbo pero sin destino, simplemente a rodar todo el tiempo que el sol me acompañe este día… De última hora Ruth me dice que si irá conmigo, pues le seduce la idea de rodar por rodar, como ocasionalmente hacemos los motoruteros…
Nos dan las once quince y vamos saliendo de casa de Ruth, hablamos sobre los últimos detalles de esta rodada, dudas, bromas, y de pronto siento un intenso ardor en mi cuello, el dolor se extiende rápidamente y me molesto, en parte por la sensación tan desagradable… Me calmé y así iniciamos la rodada con una picadura de avispa recién aplicada. Este incidente fue el último de una serie de eventos que durante los últimos días habían confabulado para que no saliésemos a rodar este fin de semana, pues el plan original era salir desde ayer al Puente de Ojuela, haciendo una rodada de dos días, pero finalmente no pudo ser y bueno, ahora estamos tomando la carretera a Parral, ya antes habíamos pasado por aquí varias veces, no hay mucho que decir del camino, salvo que el fuerte viento de inmediato se hace presente desde que dejamos atrás la ciudad. En recta no hay mayor problema, simplemente estar atento a sus cambios y contrarrestarlos con una leve inclinación del cuerpo, estar atentos a cualquier objeto que de pronto pudiera invadir la carretera; pero en curva las cosas cambian, de hecho para tomar la primera curva reduzco excesivamente la velocidad para evitar sorpresas, pero en la segunda ya con más confianza vamos rebasando un auto, cuando en media curva de pronto el viento cambia de dirección y nos hace cometer un titubeo, simplemente nos mueve ligeramente de un lado a otro, una pequeña lección que debo recordar para el resto del camino…
Avanzamos con el fuerte viento, a veces nos llega de la derecha, a veces de la izquierda, a veces lo tenemos de frente frenando nuestro rodar, siempre presente, pero de pronto está a nuestras espaldas, alcanzando de pronto los 110km/hr sin problema y sin forzar el motor… Cerca de Morcillo va rodando un grupo numeroso de ciclistas, van en grupo posiblemente para protegerse unos a otros del fuerte viento. Apenas han pasado dos semanas de la última rodada, pero no sé que es lo que pasa, simplemente voy disfrutando de rodar, de rodar con mi mochila y tomar la carretera. Todo está perfecto, incluso el fuerte viento que para muchos sería una razón para no salir; los automovilistas pese a que no todos conducen del mejor modo posible se disfruta compartir camino con ellos, el cielo aunque no tiene nubes, me agrada, hay aves que tratan de volar, no logran hacerlo tan fluidamente como acostumbran, el viento las mueve pero aún así es una delicia verlas en el cielo. Todo está en su punto, de pronto llego a sentir cansancio y simplemente me paro sobre mi posa-pies, Ruth hace lo propio.
Llegamos a el Oxxo del entronque de la Normal Aguilera a comer frutas, pues Ruth no alcanzó a desayunar nada y yo apenas y me desayuné un poco de avena. Tratamos de no quedarnos mucho tiempo ahí, pues el plan es rodar y rodar, nada más; de hecho, por esa causa casi solamente vamos tomando fotos en movimiento, fotos al azar muchas veces, algo de video y así, los kilómetros avanzan y en un parpadeo pasamos por la desviación (a 105km de Durango) a San Juan del Río y La Coyotada, sitio donde caímos hace no mucho tiempo… A partir de aquí todo es nuevo para Ruth y poco recorrido para mi, las rectas comienzan a escasear y cada vez hay mas curvas, escuchando buena música voy inclinando mas de lo acostumbrado según me lo permite el viento, a veces soy muy precavido y otras cuando veo calma inclino gustoso; incluso en alguna ocasión Ruth se asusta de pronto, lo cual me recuerda que no debo caer nunca en excesos de confianza…
Numerosas y aisladas aves nos acompañan ocasionalmente cruzándose en nuestro camino, siguen luchando contra el viento pero de cualquier modo están en su medio, al contrario de nosotros que de pronto comenzamos a acusar el cansancio por el fuerte viento en contra. Llegamos a la zona de curvas que está entre el Castillo de Menores y La Cuesta, aquí se nota en exceso lo estrecho de la carretera, lo cual la hace algo peligrosa pues incluso cualquier camioneta circulando normalmente puede venir invadiendo carril. Hay muchos sitios que merecen detenernos a tomar foto del paisaje, pero no hay espacio junto a la carretera y sería muy peligroso permanecer sobre la carpeta asfáltica, pues en cualquier momento pudiera llegar por atrás un automóvil circulando a exceso de velocidad, como esos que dejaron cientos de marcas de frenadas a la entrada de muchas curvas…
En algún poblado pasando La Cuesta veo una señora que va caminando junto a la carretera en una zona aparentemente despoblada, no le tomo mayor importancia, salvo que me pongo a pensar un poco en su vida, en su historia, ¿porqué anda sola caminado por ahí? ¿no tiene hijos que la lleven a donde quiera que vaya? ¿será viuda? Su ceño solo refleja cansancio y tristeza. Espero no tarde demasiado en llegar a su destino. Pasando La Cuesta hay varios poblados separados uno de otro por muy pocos kilómetros, en el primero de ellos hay un templo muy llamativo a la orilla de la carretera, y justo frente a él del otro lado de la carretera hay una hacienda. Seguramente esta parte de la carretera coincide con el trazo original del Camino Real de Tierra adentro. Su aspecto transpira la opresión, fanatismo e ignorancia vivida en aquella época de la Inquisición.
Llegamos a Rodeo buscando algo que comer, pues ya son casi las dos de la tarde, queremos seguir avanzando pero más adelante ya no habrá poblados donde conseguir alimento. Buscamos algún sitio que nos agrade, pero en eso estamos cuando vemos el siguiente templo desde la carretera. Ruth lo notó primero y basta con avanzar tres cuadras a la derecha para encontrarnos frente a él. Aquí las fotos:
Si conoces como se llama, por favor házmelo saber; simplemente la vimos desde fuera, la puerta del atrio que da a la calle estaba cerrada, igual las puertas del templo en si, no había gente en el lugar así que nos fuimos a seguir buscando donde comer, y finalmente nos decidimos por Restaurant Las Palmas, el cual se encuentra en la entrada de Rodeo, viniendo de Durango. Al acceder al inmueble nos percatamos de que toda la gente se nos quedaba viendo. Talvez no es muy común ver motociclistas por ahí, o será porque mi pelo despeinado llamó demasiado la atención jajjaja. Rápidamente nos dieron la carta, fuimos atendidos con un excelente servicio y la comida estuvo genial. Aunque los camarones al ajillo no tenían el mejor tamaño, su sabor y sazón era de lo mejor, así como la ensalada de queso que nos sorprendió bastante encontrarla ahí, pues muchas veces ni en restaurantes de Durango vemos esa variedad…
Felices demoramos casi una hora comiendo y en la sobremesa, después de lo cual fuimos a llenar el tanque de Suzuki pues aunque ya eran casi las tres de la tarde, no sabíamos que tanto más podríamos avanzar hasta las cuatro, hora que me fijé para regresar desde donde quiera que estuviéramos. Como en cualquier rodada nos dirigimos a una bomba con gasolina, esperamos a que un despachador se acercara, pero… ¡sorpresa!, no hay despachadores y nos quedamos un tanto impactados… Alcanzamos a ver el letrero de “Autoservicio, Caja” y así, tanteando lo que pudiera entrarle a Suzuki le cargamos $50 de la roja…
No me gustó en particular ese modo de cargar gasolina, pues yo acostumbro llenar el tanque para en base a eso calcular los kilómetros donde tendría que llenar de nuevo… Pero bueno, es parte de la aventura y no me voy a quejar mientras me den la gasolina por la cual pagué. Continuamos rumbo a Parral, al norte. Otra vez son nuevos caminos para Ruth, yo en cambio, ya se que solo estamos rodando por un pequeño tramo de curvas y rectas justo antes de una larga recta de noventa kilómetros de longitud que incluso se puede apreciar en cualquier mapa carretero del estado de Durango… El paisaje aquí ya no es tan sorprendente como antes de llegar a Rodeo, sin embargo, la carretera se ha vuelto un poco mas desolada y con ello peligrosa. De pronto en una curva abierta vemos venir de frente un trailer, viene invadiendo ligeramente nuestro carril y tan solo me recargo un poco a mi derecha, él hace lo propio y pasamos sin ningún incidente, sin embargo, es una advertencia de que no hay que confiarse, jamás.
Mi reloj ya marca las cuatro de la tarde, solo busco un buen lugar para detenernos y marcar el punto medio de esta rodada. Grandes paisajes desérticos que se pierden en la vista con el horizonte, pero sin lugar donde detenernos, hasta que llegamos a un poblado llamado El Casco, donde se ubica la última curva en los próximos 90 kilómetros… Ni hablar, tendré que esperar al mes de abril para rodar por ahí.
Nos hidratamos, tomamos algunas pocas fotos y a mi me hubiera gustado entrar a conocer El Casco, pero de verdad ya no tenemos tiempo, pues invertimos demasiado en la comida en Rodeo, así que simplemente tomamos el camino de regreso a casa. Primera, segunda, tercera, un auto viene muy rápido por detrás y en la primera recta que encuentro le doy el pase, cuarta, quinta; el viento ahora nos pega completamente de frente, al igual que el sol… De verdad es muy incómodo rodar en esas circunstancias, pues tenemos el tiempo de luz medido, pero a la vez esa fuente de iluminación es una causa de conducción insegura, pues en ocasiones no me permite ver completamente al frente, pero en cambio aprovecho para descansar mis ojos cada vez que la sombra de un cerro o montaña nos cobija…
Pasamos por Rodeo cargando gasolina con el mismo método que hace casi dos horas. Nos detuvimos a descansar un poco sentados en una banqueta, y, por un instante, como una sola imagen, como una sola sensación, pude vivir de nueva cuenta cada vez que me había sentado así, después de rodar cientos de kilómetros, justo en una gasolinera, junto a Suzuki, pensando en lo que me falta, pero ahora todo es distinto: ¡Ruth está conmigo! Sí, ya se que no es el primer viaje que hacemos, pero si no me equivoco es la primera vez que protagonizamos juntos la escena tan personal antes descrita… Fue como un deja-vú.
En las afueras de Rodeo vemos de frente una motocicleta, no estoy seguro que moto era, lo saludo pero me impresiona un poco como detrás de el viene leyendo placa un automóvil, ojalá no haya causado demasiada presión… Unos metros más atrás vienen otras dos motos, primero una Italika deportiva que nos saluda y más atrás una GN125h o una muy similar. Sin duda vienen rodando juntos, creo que son motoruteros que sin importar la cilindrada ni las actuales condiciones de “inseguridad” en nuestro estado se atreven al igual que nosotros a recorrer los caminos. Más adelante en un pueblo antes de La Cuesta vemos muchas camionetas estacionadas, buscamos el pretexto para que estén ahí y finalmente vemos que hay feria, alguna coleadura, juegos mecánicos, carne, cerveza, espero que la fiesta haya sido tal sin nada que lamentar… Casi llegando a La Cuesta vi de nuevo a la señora que hace varias horas andaba caminando junto a la carretera; ahora sigue en lo mismo, me preocupa el hecho de que haya estado así bajo el fuerte sol durante todo el día…
Poco a poco el sol va bajando y así pierde su intensidad, mis ojos van descansando y cada vez se acostumbran más a la oscuridad que paulatinamente nos iba envolviendo. El frío comienza a hacer presencia, así que luego de pasar por un calor que a veces quemaba nos causa un cambio de temperatura considerable, por lo cual decidimos pasar al mismo Oxxo de la mañana por un café de esos que se han ausentado últimamente…
No con demasiado entusiasmo, decidimos recorrer el último tramo faltante hasta Durango. El cansancio ya es evidente en ambos. Llevamos rodando casi 400km, empezamos tarde, pero aún así creo que aún podríamos rodar algunas horas mas sin tanto problema. Luego de rodar por cien kilómetros con el sol de frente es una delicia hacerlo a oscuras. Incluso por momentos me gustaría que estuviéramos mucho mas lejos de casa, pero bueno, mañana hay que trabajar y por lo tanto no podemos demorar mucho tiempo más en la carretera…
Llegamos a Durango tranquilos, un poco cansados pero satisfechos de haber tomado la decisión de aventurarnos y rodar. Gracias por haberte tomado el tiempo de leer estas líneas, te invito a que algún día recorras este mismo camino, conozcas estos pueblos, veas esta gente y sientas lo mismo que nosotros…
Distancia total recorrida: 415 km
Gasolina consumida: 18.31 lts
Rendimiento de combustible = 22.67 km/lt, considerando dos personas a bordo, viento en contra la mayor parte del tiempo; 85% rectas en plano y lomerío, 15% curvas en terreno montañoso.
©Aarón Martínez, Todos los derechos reservados