(Filmación y edición: Ruth Rivera)
Agradecimientos
Luego de llevar a cabo alguna empresa que haya representado cualquier dificultad, muchas veces el ser humano gusta de agradecer a las diversas personas que tuvieron algo que ver para favorecerlo. Esta no es la excepción, pues esta aventura fue posible gracias a la complicidad y apoyo de multitud de personas, que a continuación trato de mencionar esperando no olvidar a nadie.
- A nuestros padres, por darnos su apoyo pese a los riesgos, y sobre todo por los buenos consejos.
- A mis jefes, pues como ninguno otro de los que haya tenido anteriormente, se mostraron muy flexibles y me dieron los días libres, dándome incluso sugerencias de destinos para el viaje.
- A Julio, por estar al pendiente de nuestro avance en caso de cualquier contingencia.
- A Alejandro Lara, por ser gran promotor de aquel aún inalcanzable viaje a Baja California, que finalmente derivó en éste.
- A Romano que, gracias a una pequeña sugerencia de viaje a Michoacán y por diversos acontecimientos desencadenados por eso, fue el posible causante de esta ruta.
- A Cynthia que junto con Luis nos recibieron en su casa y nos trataron como de la familia.
- A cada persona con la que nos cruzamos en este viaje, que por diversos motivos se han quedado en nuestra memoria y le dieron una fuerte esencia a esta aventura.
- A Ruth, que hizo posible este maravilloso viaje, así tal cual.
Durango – Zacatecas
Voy de mi casa a la de Ruth y por fin, siento este nerviosismo que había estado oculto, acumulado junto con todos los planes para esta aventura, que tuvo grandes variantes, desde aquel viaje épico a Baja California hasta rodar sin rumbo al sur. Ya llevo todo mi equipaje, herramienta, papeles de la moto y algunas otras cosas en las alforjas y maleta. Finalmente ha llegado la fecha. No hay marcha atrás. Estamos listos para emprender este, que sin duda será un gran viaje que, como cualquier otro, nos marcará, pero este por su duración y por todos esos sitios por conocer, principalmente por el simple reto de llevarlo a cabo será especial.
De verdad no quepo de emoción en Suzuki, voy por una avenida y simplemente me paro sobre los posa-pies, voy bailando al ritmo de una buena canción que no suena; no importa la desvelada de la noche anterior, no importan las dudas sobre la realización de este viaje y su cambio de ruta de última hora, tampoco que finalmente no llevamos la información pertinente sobre los sitios donde pasaremos, no. Esta vez el camino será nuestro, Suzuki podría ser frágil, pero también está ansiosa de llevarnos sintiendo el viento, disfrutando cada aroma, saboreando las distintas carreteras, dando todo de sí para al final del día descansar satisfecha. Todo está listo así que al llegar a casa de Ruth metemos sus cosas en las alforjas, damos una última revisada a ver si no se nos olvida nada.
Nos damos cuenta que sería necesario llevar un disco duro portátil para descargar de vez en cuando, según se requiriera, las fotos y video que fueran saturando las memorias de nuestras cámaras, así que vamos a mi casa y ahora si, ¡a tomar camino! Pero también aprovechamos para cargar un recipiente y dos cucharas, y mientras metemos esto a las alforjas, Ruth toma video, y dos señores que pasan en una camioneta emocionados voltean a la cámara pidiendo foto… Soy cuidadoso al conducir a Suzuki, pues solamente una vez antes habíamos rodado tan cargados, así que suavemente damos vuelta en las esquinas donde es necesario, pero sin mayor problema por ser domingo, y además estamos en vacaciones; llegamos a la salida a Zacatecas, nuestro destino para este primer día de viaje. Pasamos por algunos topes frente a la Policía Municipal, me doy cuenta que ese será un factor a tener en cuenta, pues la suspensión trasera no tiene mucho margen de acción y así poco a poco voy tomando en cuenta los factores que necesariamente tendré que considerar.
Otra vez esa emoción de hacer algo grande por primera vez, algo similar a lo que sentí por allá de mayo del 2009 en mi primer viaje “largo”, a Mazatlán, en la primer rodada con mochila en diciembre del 2009 y a el primer viaje “largo” con mochila también a Mazatlán en octubre del 2010; ahora viene un viaje realmente largo, que según lo planeado será de dos semanas, el kilometraje del mismo no es tan relevante, no es mucho lo que recorreremos, pero las zonas por donde andaremos son casi completamente desconocidas, así que eso le da el ingrediente extra, por si es que hacía falta… Dejo esa sensación combinada de emoción, adrenalina, ensueño y me concentro en el momento presente. Nuestra velocidad no es muy alta sobre todo en subidas. En terreno plano sin problemas Suzuki sostiene los 90km/hr que es la velocidad promedio, pero si no hay viento en contra puede rodar a 100. El problema es en ascensos, pues si estos son muy largos, la velocidad baja hasta los 70 km/hr, y aunque la carretera tiene acotamientos y no hay mucho tráfico, procuro ir pendiente de nuestras espaldas, pues ocasionalmente algunos automóviles circulan a gran velocidad. Había olvidado mencionarlo, pero salimos de Durango casi a las 12 del día, el cual está completamente despejado y no hay viento perceptible, pasamos por Héroe de Nacozari y por un momento me dan ganas de llegar de nuevo a ese apacible sitio, pero aún tenemos un largo camino por recorrer el día de hoy. También pasando por Amado Nervo siento curiosidad de detenerme en ese sitio, donde muchas veces me fijo en las antiguas construcciones a pie de carretera, pero donde nunca he llegado, nuevamente prefiero continuar… Del mismo modo, Ruth se queda con las ganas de tomar fotos de un molino que está antes de Amado Nervo. Todas estas cosas pueden esperar, Durango es nuestra casa y por hoy la prioridad es alejarnos de ella para así valorarla mejor…
Llegamos a Nombre de Dios y propongo descansar, pues aunque apenas llevamos poco más de cincuenta kilómetros recorridos creo que sería bueno hidratarnos y estirar las piernas. Nos dirigimos a la plaza principal, simplemente me estaciono en un lugar con sombra y ahí nos detenemos. De momento no nos interesa conocer esta población, solamente analizamos como va el viaje, vemos detalles de las señales a utilizar para comunicarnos mientras vamos rodando y reforzamos nuestro ligero desayuno, que cada quien había tomado en su casa. Saboreamos ricas pasas y nueces. Lo había olvidado, pero para llegar a la plaza circulé en sentido contrario por una calle, no le di mayor importancia pero Ruth recalcó mi falla, pues yo hace apenas unos minutos antes había señalado una falla similar de parte de un automovilista… En la plaza había dos personas de edad avanzada quienes a nuestra llegada de inmediato nos prestaron atención, posiblemente fue nuestra ropa, mi aspecto totalmente despeinado, el reducido tamaño de nuestra moto y el exceso de carga que lleva, o simplemente voltearon a vernos pues rompimos con la monotonía de su seco día de descanso.
Continuamos rumbo a Vicente Guerrero, pero todavía en Nombre de Dios vemos que muchas personas, señoras principalmente, llevan algunos ramos y se dirigen hacia una iglesia. Entonces recordamos que es Domingo de Ramos. No conozco casi nada de tradiciones religiosas, pero entonces recuerdo que por la fecha de nuestro viaje, muy probablemente podremos ver cosas que valen la pena en este aspecto. Hasta Vicente Guerrero la carretera sigue recta, pero precisamente a la salida de Nombre de Dios descubro un paso a desnivel que formará parte del libramiento de esta población. Da gusto ver que finalmente está terminado, pues ya había pasado mucho tiempo sin avances visibles. En Vicente Guerrero decido cargar gasolina para no volver a hacerlo casi hasta llegar a Zacatecas. No estoy muy seguro del rendimiento de la gasolina así como vamos, por lo tanto prefiero prevenir. En un local frente a la gasolinera vemos varios soldados que revisan una camioneta. Al parecer no encuentran nada, pero sin duda eso nos recuerda las precauciones que debemos tener durante el desarrollo de este viaje, en el aspecto de seguridad… Cuando Ruth va al baño yo me despego ligeramente de Suzuki, pero es entonces que su casco cae pues no lo dejé bien sujeto… Sin duda eso amerita cambiarlo de inmediato, pero ya no hay oportunidad, lo cual me incomoda en cierto modo.
Pasando Vicente Guerrero, Ruth me pide que nos detengamos, quiere verificar que no se le ha olvidado un objeto en la gasolinera. Continuamos y ya se alcanza a ver nuevamente la Sierra de Órganos, ese sitio frío cuando a principios del 2010 Motoso y yo rodamos con las manos casi congeladas… Pero antes de pasar por ahí vemos desde la carretera San José de las Corrientes, pueblo de buenos recuerdos para Ruth. Continuamos rodando ahora por las curvas de la Sierra de Órganos, de pronto circulamos detrás de una larga fila de autos y camiones, me desespero un poco, pues esas son prácticamente las únicas curvas buenas del recorrido del día de hoy, así que decido detenernos en una parte desde donde se puede ver el valle de Villa Insurgentes y ahí descansamos un poco, aprovechando que así dejaremos marchar lejos la fila de autos.
No tardamos mucho en llegar a Sombrerete, el cual nos recibe con esa vista desde una pequeña capilla a la orilla de la carretera, pero veníamos rodando muy rápido y desaproveché la oportunidad de detenernos para tomar alguna foto de esa panorámica. Cruzamos rápido por esa ciudad, y me extraño al no ver un retén militar que siempre está en el otro extremo. Dejando atrás ese gran cerro con una cruz en su cima, rodamos por extensos llanos, el camino es completamente recto y comienza a soplar un fuerte viento lateral, pero no llega a ser demasiado incómodo ni afecta tanto la velocidad, como en otras ocasiones que he pasado por aquí. La carretera es deliciosa, está recién re-pavimentada, es una carpeta asfáltica de textura cerrada, de las mas lisas por las que he rodado, pero no tanto que sea resbalosa, es perfecta. Ignoro el nombre de la empresa que ejecutó este trabajo, pero da gusto ver que aún haya constructores en nuestro país que trabajen con calidad. Ésta carretera es de dos carriles y cada uno cuenta con su acotamiento, lo cual brinda gran seguridad, pues anteriormente este tramo era muy angosto, y son muchos los vehículos que circulan a exceso de velocidad por aquí. De pronto alcanzamos una camioneta que va por su carril, va muy lenta, a menos de 70km/hr y no se orilla al acotamiento pese a que nosotros intentamos adelantarla; de pronto nos alcanza una patrulla federal y también quiere rebasar, ni así la camioneta se hace a su lado… es en ese momento cuando sospecho que el conductor no usa o no sabe de la existencia de sus espejos retrovisores… En algún entronque se desvía la camioneta, la patrulla nos adelanta y todo sigue normalmente, hasta que llegamos a El Sauz, ahí decido detenernos para descansar un poco y al menos tomar algunas fotos de ese pueblo que siempre roba mi atención cuando paso por aquí.
Ruth se da cuenta que la moto viene chorreando aceite de alguna parte, pues su bota izquierda trae unas pequeñas manchas. No me alarmo, pues justo la noche anterior había lubricado la cadena, y desde aquel momento tuve la sospecha de que puse demasiada grasa… De cualquier modo, una vez limpiadas las gotitas de grasa, su bota adquiere un aspecto mas retro… Los kilómetros avanzan, pasamos por Río Florido y mas adelante la carretera se vuelve autopista y como me venía dando cuenta, el tanque de gasolina casi llega a la reserva, así que me propongo cargar en aquella gasolinera donde regresando de un viaje a León, cuando pude convivir con mis amigos motoruteros, me tomó por sorpresa un fuerte temporal. Llegando nos atiende el mismo señor de aquella ocasión y de nuevo se muestra un experto conocedor del clima de su región explicándonos del particular comportamiento del viento. Compramos agua, unas barras integrales y ya, ese fue nuestra ligera comida de este día. Ya vamos un poco cansados y eso que no llevamos ni 250km de viaje, pero eso no nos apura, nuestro destino está cerca y el viaje apenas empieza así que: ¡continuamos!
Decido tomar los libramientos de cuota de Calera y Fresnillo para ahorrar algo de tiempo, y ya en estos tramos el viento comienza a hacer una aparición mas frecuente, son rachas que llegan repentinamente pero jamás nos desequilibran inesperadamente, pues voy atento a cualquier señal de su presencia como árboles, aves, maleza y remolinos, mismos que cada vez se van haciendo mas frecuentes:
Después de pasar por ese monumento a la Solidaridad del sexenio de Salinas, en una bajada rodamos varios metros detrás de un camión, cuando de pronto vemos que una ardilla intenta cruzar la carretera corriendo, pero no mide bien la velocidad de ese pesado vehículo y si no es por un desesperado salto de última hora queda hecha papilla… En verdad se vio espectacular su lucha por vivir, mas impactante que cualquier escena de la nerviosa ardilla de La Era de Hielo.
Nos vamos aproximando a Zacatecas, según yo, conozco bien el camino para llegar al centro de la ciudad, pero me sigo de largo en un entronque y eso nos obliga a regresarnos, para luego encontrar que no existe la salida que buscábamos por donde veníamos y tuvimos que regresarnos aún mas. En fin, ahora si tomamos la salida correcta que debimos tomar desde un inicio, ahora sigue la tarea de encontrar un hotel Bueno, Barato y Bonito, pero aquí comienza la aventura y las dificultades por no haber estudiado la ruta con anticipación. Primero decido llegar a preguntar al Hotel Don Miguel, del cual yo sabía que era Bueno y Bonito, pero al preguntar el precio resultó Caro para nuestro presupuesto. Ni hablar, nos dirigimos al centro a buscar alguna opción mas económica. Encontramos un motel agradable a precio contenido pero antes queremos buscar alguna otra opción para comparar, así que nos dirigimos al centro sin conocer casi, siguiendo únicamente los señalamientos y con el hambre que ya comenzaba a apretar, misma que queda en el olvido cuando voy descubriendo las calles coloniales, repletas de historias que ahora nos dan la bienvenida. Zacatecas es una ciudad bellísima, al menos su centro histórico, el cual es enorme. Yo había estado por aquí hace bastantes años, y no recordaba mucho, o al menos creo que no conocí de día el centro, y de noche salí poco a la calle, pero admirando ahora estas postales en todo su esplendor, creo que había sido un error nunca llegar a esta ciudad. Afortunadamente Ruth sí estuvo por aquí hace menos tiempo.
Ruth propone buscar un módulo de información turística para obtener una lista de los hoteles, y así escoger mejor nuestro albergue por el día de hoy. Preguntamos a la gente, nos dan indicaciones aparentemente claras, pero batallamos un poco, luego otra persona sí nos dice bien y ahí nos dan el dato de los hoteles. Vemos que en esa lista los mas baratas andan por el precio del hotel que habíamos visto entrando al centro así que decidimos buscarlo de nueva cuenta… Según yo, podía llegar ahí fácilmente, pero pronto me di cuenta que no era así, y en un instante ya estábamos otra vez en la avenida principal de Zacatecas. Ruth alcanza a ver que el Hotel Conchita tiene estacionamiento, solamente debemos buscar un retorno para llegar ahí y de pronto veo un túnel sin señalamiento alguno, por ahí van dos automóviles y los seguimos, pero bajan repentinamente, como si cayeran, así que acelero y aprovecho esa inesperada fuente de diversión… El hotel María Conchita cuenta con buena presentación, sus habitaciones son ligeramente pequeñas pero de espacio suficiente y tiene un estacionamiento seguro, además está a unos pasos del Centro Histórico.
Bajamos las cosas, nos instalamos y tomamos un rápido baño antes de salir a buscar un lugar para cenar. Dejamos a Suzuki descansando de esta primera jornada y disfrutamos del agradable ambiente que los zacatecanos y otros visitantes nos comparten. Se respira el arte que inunda las calles gracias al Festival Cultural de Zacatecas. Una estatua viviente nos recibe con un mensaje adivinando el futuro de Ruth, continuamos caminando sin mucho conocimiento de hacia donde dirigirnos, cuando vemos un gran escenario, nos acercamos y decepcionados un poco al descubrir que era un acto de payasos… Pero bueno, justo al lado encontramos un restaurante de reciente apertura, con excelente servicio, no recuerdo su nombre pero disfrutamos unas deliciosas enchiladas arrieras.
Continuamos recorriendo las calles, admiramos la famosa catedral de Zacatecas con esa fachada de lujo, que a mi parecer solamente le hace falta un mayor espacio frente a ella para lucir mas y sobre todo para contemplarla mejor. Dentro del programa del Festival Cultural, se presentó Sasha Sokol en una plaza junto a la catedral y pudimos escuchar un poco de su concierto, pero nos retiramos a seguir caminando por las calles, vimos filtros de seguridad con detectores de metales y bastante presencia policial. Tomamos algunas escenas de esta noche, incluyendo una espectacular batucada con fuego, vimos artesanía, nos quedamos con ganas de llevar algunas cosas para Durango y ya un poco cansados finalizamos el día no sin antes pasar un agradable momento charlando en la Plaza Bicentenario.
Había oscurecido y trataba de convencerme de que ya no era hora oportuna para tomar retratos, pero tuve que arrojarme a hacerlo porque al día siguiente salíamos rumbo a Guanajuato y no habría tiempo. Lo ví con ese mismo semblante sentando en un banquito, a veces vendiendo y a veces tocando una flauta, pasamos junto a él y antes de pedirle autorización para tomarle la fotografía puse a Aarón como modelo e hice algunos ajuste tentativos de ISO, flash, velocidad, apertura, enfoque ufff…. me acerque a él y lo sentí tan tranquilo y noble y desee, de todo corazón que le fuera siempre bien… regrese luego a comprarle una flautita y así surgió la primer foto de esta serie de retratos. Ruth Rivera
Distancia recorrida este día: 291km
©Aarón Martínez, Todos los derechos reservados
Click aquí para la continuación de este viaje…