Habitantes del camino. Día 11

Sayulita mágica

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A veces, mientras escribo los relatos de este blog me pregunto ¿para qué escribir tanto, para qué detallar tanto cada viaje? Ruth también me lo preguntó una vez, busqué la respuesta y rápidamente llegó: para recordar cuando ya no pueda rodar. Sé que en algún momento de mi vida, ya sea por la edad, condiciones económicas, falta de tiempo, enfermedad o a causa de algún accidente, podría dejar de salir como tanto me gusta, así que prefiero hoy que puedo, cuando la memoria aún funciona decentemente, asentar todo aquí, para después con nostalgia, algún día recordar y volver a vivir. Gracias a quienes gastan su tiempo en leernos de vez en cuando, por dejarme entrar en sus vidas de algún modo…

Edgar y Elisa (©Ruth Rivera)

Edgar y Elisa (©Ruth Rivera)

Un fuerte, pero muy agradable cantar de las aves que merodean en las cercanías y en el mismo hotel nos despiertan temprano. Ayer por la noche nos dimos cuenta que las actividades en Sayulita terminan temprano, así que del mismo modo deben iniciar con las primeras horas de sol. Por algunos minutos nos quedamos despiertos simplemente disfrutando de los sonidos de la naturaleza, pero yo no estoy del todo bien y me tengo que levantar al baño, pues algo que comí algún día de estos me hizo daño. Además, creo que por la misma razón no he pasado una buena noche y estoy un poco cansado. Sin darle demasiada importancia a esto, simplemente desayunamos algunas de las avenas instantáneas que traemos y nos vamos a la playa. Para esto, la administradora del hotel nos presta una sombrilla de playa ¡gratis! En cambio, en Manzanillo su colega nos la quería rentar por algo así como $200 por día… Amablemente la señora también nos ofrece toallas y por si fuera poco un pequeño tapete… Agradecidos nos retiramos sintiéndonos como en casa.

Aprendiendo (©Ruth Rivera)

Aprendiendo (©Ruth Rivera)

Si ayer por la tarde nos dimos cuenta del excelente ambiente de la playa de Sayulita, ahora lo confirmamos pues se ve mas vida, muchos perros juegan con sus amos en el agua, gustosos entran corriendo y sacan algún platillo volador, o incluso, ante la apatía de sus humanos se lanzan a disfrutar del agua. Hay parejas caminando plácidamente de la mano mientras las olas mojan sus pies, una pareja de americanos a nuestro lado lee cada uno su respectivo libro. Pero algo extraño sucede en este lugar, pues parece que hemos escogido un área donde solamente hay extranjeros.

Lectura simultánea (©Ruth Rivera)

Lectura simultánea (©Ruth Rivera)

De pronto creemos que estamos fuera de lugar, pero poco a poco comienzan a llegar los compatriotas y vemos la siguiente escena: Marycarmen ayudada por su hija Giselle preparan un refrigerio, unas jugosas rebanadas de sandía que felices devoran Edgar y Elisa luego de jugar, aunque al principio se resistían a parar la diversión. Jorge y su padre Josué contemplan el mar, disfrutan de la brisa y después saborean las deliciosas quesadillas que la tía Norma junto con Marina les habían preparado para este especial día. Al terminar, y para bajar la comida, todos, excepto Josué, juegan a las cartas con la emoción de quien tiene poco tiempo de haber aprendido.

Mis amigos & mi familia (©Ruth Rivera)

Mis amigos & mi familia (©Ruth Rivera)

Siempre hay sorpresas

Siempre hay sorpresas

Por otro lado, Minerva, Marisela, Julio y Lupita afanosamente ponen las sillas portátiles, mientras Joel, María y Luis con gran esfuerzo colocan la carpa que los protegerá del sol. También traen hieleras con la comida del día. Los niños María y Luis que apenas habían ayudado a poner la carpa ya están disfrutando del sol y la refrescante brisa, así como de la arena. Se persiguen, de pronto se molestan uno al otro pero siempre gozan en grande, hasta que su madre Marisela les habla a una reunión. Es hora de algunos cantos, y un poco aburridos se resignan a repetir en un mejor ambiente que la iglesia, los cánticos de su religión… Mientras todo esto y mucho más sucede, nosotros descansamos, captamos imágenes y yo veo que realmente no he mejorado mucho mi situación. No nos decidimos a entrar al mar, pues aquí está el único defecto que le veo a Sayulita: la playa al entrar al mar tiene un poco de grava, la cual podría resultar un poco incómoda al caminar sobre ella… Sin embargo, esto no es obstáculo para que varios surfers y otros tipos se diviertan:

Rumbo a la aventura

Rumbo a la aventura

¿Qué es esto?

¿Qué es esto?

El mejor amigo

El mejor amigo

Interrogantes

Interrogantes

Sr. Sed

Sr. Sed

Decidimos caminar por la playa al lado que no conocíamos, por donde casi no hay gente. Solamente algunos como nosotros que caminan y de pronto vemos una escena que no se ve en cualquier lugar: un hombre de edad avanzada, seguramente vegetariano, practica meditación justo frente al mar. También nos llama la atención un perro que va con su dueña, pero ese perro es enorme, su pelo es negro y está exhausto, posiblemente está deshidratado. En verdad es para él un gran esfuerzo caminar en esas condiciones, pero fiel y noble como sólo son los perros, sigue a su humana. Llegamos hasta una parte donde hay muchas rocas, ya no se puede avanzar, pero vemos como unos tipos parece que despegan algo de algunas rocas, posiblemente alguna concha…

Milenaria (©Ruth Rivera)

Milenaria (©Ruth Rivera)

¿Y esto que será? (©Ruth Rivera)

¿Y esto que será? (©Ruth Rivera)

Sayulita

Sayulita

Yo me sigo sintiendo un poco mal, así que decidimos regresar al hotel. Casi al llegar realmente tengo que llegar al baño, pero traemos los huaraches (o sandalias) llenos de arena, así que todavía queremos lavarlos en la llave de la entrada pero ¡no sale agua! Buscamos a los administradores y ya nos abren una puerta lateral donde finalmente podemos lavarnos los pies y entonces sí, salgo corriendo al baño… Después de un pequeño descanso decidimos salir a buscar algo ligero de comer, así que consultamos el mapa turístico que nos prestaron en el hotel y nos dirigimos a Verde Green Restaurante. No tenemos que caminar mucho, y además en el camino vemos algunas escenas curiosas, como una tienda donde venden casi cualquier tipo de pipa o accesorio necesario para fumar cualquier cosa, incluyendo tu hierba favorita; también vimos el siguiente letrero con el cual estoy totalmente de acuerdo, excepto con parte de su ortografía:

¿Quedó claro?

¿Quedó claro?

Disfrutamos unos buenos paninis vegetarianos, creo que fue lo mejor que pude comer en Sayulita, donde afortunadamente, al no ser el típico destino turístico abunda la comida alternativa. Ahí aprovechamos para preguntar por el Crustáceo Cascarudo, y el encargado no nos supo decir pues no tiene mucho tiempo establecido en Sayulita. Entró a internet y tampoco encontró nada… En un restaurante en una esquina también preguntamos y nos informaron que se lo llevó el río en una crecido por algún huracán, así que se lo hicimos saber a Motoso y se lamentó de que ahora si está en fondo de bikini

Verde Green Restaurante

Verde Green Restaurante

Regresamos al hotel para proseguir con las clases de natación que habíamos dejado pendientes en Gómez Palacio. La efectividad de mis enseñanzas no fue la esperada, sin embargo, logramos ligeros avances mientras Ruth flotaba sin esfuerzos con música etérea de fondo…

Ya para finalizar el día, fuimos a buscar algo de cenar al centro del pueblo. No estábamos seguros de lo que queríamos, simplemente buscamos opciones y entre ellas nos atrapó un restaurante cubano, donde había música en vivo. Nosotros solo queríamos ver el menú y los precios, pero dos personas a la entrada hábilmente nos convencieron de sentarnos sin saber cuanto costaría un burrito grande de camarón. Fue mucho más de lo esperado, así que un tanto molestos lo pedimos para llevar y nos fuimos de nueva cuenta a cenar en la playa a la luz de la lámpara inquisidora… Arena en nuestra comida, que sumado al mal sazón y a una discusión que tuvimos, fue el cierre que después de todo no fue tan malo, y sirvió para sacar buenas conclusiones para lo que queda del viaje y para lo que viene en nuestras vidas…

©Aarón Martínez, Todos los derechos reservados

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