Augusto Galicia López
“… un tope del tipo “poste tirado” aparece de repente y casi me hace caer …”
El origen de la rodada.
Supongo que fue a mediados de año cuando el Profe. Pitol, lanzó la invitación a la comunidad de MotoRutaMéxico para acompañarlo a repetir su viaje de diciembre del 2012 a Guatemala ¿Un viaje a la Antigua, Guatemala? … Suena raro para quién no tenga la suficiente experiencia en carretera. Desde Puebla, el maps de google dice que son casi 2500 km el viaje redondo por el camino más corto. Sí, suena poco recomendable para alguien como yo, que apenas en enero pasado estaba aprendiendo a andar en moto. Pero, ¡Quién no arriesga … no gana! Así que … ¿Por qué no? Aunque tengo menos de un año de experiencia y casi 12000 km, según yo muy provechosos, si me aplico en el viaje puedo lograrlo. Vamos a Guatemala, si no es ahora ¿Cuándo?
A principios de diciembre pasado, aprovecho la invitación de Zolín al “bautizo” de la golondrina de Pitol, para hacer el viaje a Toluca, conocerlo presonalmente y platicar sobre los detalles del viaje. Todavía en el lapso del 5 al 22 de diciembre, establezco comunicación con Nohé Gallardo para enterarlo de los pormenores del viaje hasta Mazatán, Chiapas, porque me había dicho que estaba interesado en hacer el viaje, finalmente, Nohé acaba por declinar por motivos personales, así que me dispongo a hacer el viaje sólo.
En ruta hacia la capital de Chiapas.
El 24 por la mañana me dispongo a cumplir la primera etapa del viaje, Puebla – Tuxtla Gutiérrez, alrededor de 710 km, que haré por autopista para eficientar tiempo de viaje, debido a que el pronóstico del clima es que habrá nublados con lluvias débiles la mayor parte del camino.
Me despido de mi esposa y salgo a la autopista Puebla – Orizaba, con clima fresco y con muy pocas nubes, el viaje en estos primeros kilómetros, sin novedades, salvo un vehículo volcado antes de llegar al entronque de Cuacnopalan y, antes de llegar a la caseta tengo que parar para ponerme el pantalón del impermeable (salí sólo con la chamarra puesta) y tapar el equipaje, porque empieza a caer una llovizna muy fina.
La decisión es la adecuada, porque tan pronto paso la caseta de Esperanza, la llovizna aumenta y casi sin darme cuenta estoy enmedio de una espesa neblina, limpio la vicera del casco con el guante, pero mi visibilidad no mejora, así que levanto la tal vicera y la visibilidad permanece igual y a cambio siento caer las gotitas de neblina en mi cara, tan fina que semejan pequeñas agujas golpeándome intensamente. Casi de la nada, aparecen las cajas de los remolques que circulan sin luces o con una sola y tenue luz que impide avistarlos con mejor oportunidad. Afortunadamente, antes de llegar a Ciudad Mendoza, la neblina ha desaparecido, sólo queda la llovizna que sigue siendo intensa.
Paso sucesivamente por Orizaba, Córdoba y me desvió para dirigirme a La Tinaja y continuar el viaje a Tuxtla Gutiérrez. Un vistazo al tablero y veo con cierta inquietud que la alarma de “reserva” del combustible viene parpadeando, pero no se ve que haya estaciones de gasolina. Unos kilómetros después un motociclista que está cruzando la autopista me indica que la gasolinera ya está cerca y que no tengo que abandonar la autopista. Así es, ya estoy en la gasolinera de La Tinaja, me detengo, cargo combustible y reviso el equipaje. ¡Oh! Las dos ligas que sostienen la maleta de asiento están rotas debido a la fricción con la salpicadera. Por suerte, incluí otras dos, como reserva, así que las cambio evitando abrazar la salpicadera para que no se vuelvan a romper. Un automovilista con su esposa me preguntan sobre mi afición a recorrer las carreteras en tales condiciones “¿Qué no tiene familia?” “¿Por qué se arriesga de esa manera?” me preguntan … Cómo puedo salgo de tales preguntas, pero no puedo cortarles la charla tan pronto como debí haberlo hecho, así que después de aprox. 45 minutos de dicha plática, continuó hacia mi destino de ese día.
Al pasar por el puente “Ing. Antonio Dovalí Jaimes” sobre el río Coatzacoalcos (llamado así en honor de un director de Pemex), me detengo para tomar la primera foto del viaje, ante una lluvia de mediana intensidad que, junto con las malas condiciones del piso de la autopista (muchos baches) me han hecho el viaje un poco pesado … Tomo las fotos y regreso a la autopista, y unos cuántos kilómetros después la caseta de peaje del puente, aprovecho para hacer una escala técnica, así que estaciono la moto y me dirijo a completar la citada escala, regreso e intuitivamente llevo la mano a la bolsa del pantalón para sacar la llave de la mtoto y … ¡Qué raro!
… No tengo la llave. Busco en todos los bolsillos y … nada … Debo haberla tirado en el camino recién recorrido, así que me regreso buscando y no encuentro la dichosa llave. Empiezo a preocuparme, … Seguramente se me cayó el llavero y alguién lo levantó … Pero ¿Quién? … ¡Buenas tardes! Me dice un sonriente bombero voluntario que está haciendo guardia en la caseta … ¡Buenas tardes! ¡Estoy preocupado! Le contesto. Le platico el por qué y me dice: ¡No se angustie! Le voy a ayudar a buscarla, tal vez se cayó en el camino. Vuelvo a hacer el recorrido, ahora con el bombero y el resultado es el mismo. Empiezo a angustiarme y a suponer que mi viaje ha terminado y ya estoy imaginando cómo voy a pedir ayuda para conseguir la llave de repuesto. Supongo que mi preocupación era muy visible y el bombero me sugiere que vaya al espacio de comedor – casilleros de que dispone y revise prenda por prenda de mi impermeable y equipo de protección pues es posible que estuviera atorada en algún lugar entre tanto equipo. … ¡Vaya! Al quitarme la rodillera derecha, cae el llavero y recupero el ánimo ¡Puedo seguir mi viaje! Claro que teniendo cuidado de no volver a perder la llave.

El estacionamiento de la caseta de peaje del puente de Coatzacoalcos. Creí que aquí terminaba el viaje.
¡Gracias al Sr. Ángel Abdala! El bombero en cuestión, sin su asistencia, muy probablemente ahí hubiera acabado mi viaje. ¡Vaya susto! Pero ya puedo continuar y después de una pequeña duda al salir de la autopista Coatzacoalcos – Villahermosa, para dirigirme a Tuxtla Gutiérrez, me encuentro con una carretera (¿Autopista?), que parece un campo recién bombardeado …
¡Es la autopista a Tuxtla – Gutiérrez! La lluvia sigue, los baches también, y Tuxtla Gutiérrez todavía está lejos.
Pasando la presa de Malpaso, la carretera mejora notablemente, y empiezo el ascenso en medio de la selva protegida “El Ocote” y también empieza a hacer frío y la humedad de casi todo el día de lluvia me empieza a cansar. Pero, ¿Quién dijo que sería fácil y descansado llegar? Sigo rodando, paso la parte montañosa, llego a la caseta de Ocozocuautla y empiezo a descender hacia Tuxtla Gutiérrez.
¡Por fin! Entro a un boulevard que me hace sentir practicamente en la capital de Chiapas y me detengo por combustible para la GW 250 y por un café para mí, porque ya voy temblando de frío. Invariablemente, se me acercan otras personas para preguntarme sobre el viaje y me dan su tarjeta de un taller de motos en Tuxtla, por si algo se me ofrece. Antes de que pueda narrar más y ya anocheciendo, estoy en el tránsito vespertino de la capital chiapaneca preguntando por la dirección del hotel donde voy a descansar, casualmente, estoy en el Parque de La Marimba que es una referencia para llegar a mi destino, por lo que en pocos minutos ya estoy desatando el equipaje para instalarme por esa noche. Como es día de mi cumpleaños y además nochebuena, me festejo con una buena cena en el restaurante del hotel.
El camino a Tapachula y Mazatán.
Las 7:00 AM del miércoles 25 de diciembre, el equipaje ya está atado y empiezo a rodar por las somnolientas calles de Tuxtla Gutiérrez hacia la salida a Chiapa de Corzo, aunque paso por la catedral y el jardín principal de la capital de Chiapas no me detengo a tomar fotos para empezar a aprvechar el día, porque la jornada es larga, cuando menos no la conozco en su totalidad y no se cuánto tiempo voy a tardar en llegar hasta Tapachula y luego a Mazatán, donde me reuniré con los compañeros de MotoRutaMéxico.
Empieza la autopista, de inmediato hay que pagar el peaje, y empiezo a ascender hacia el pueblo mágico fundado por Fray Bartolomé, o al menos eso creo. A mitad del ascenso, empiezo a sentir una ligera brisa y para no arriesgar me detengo para ponerme el impermeable y tapar el equipaje, no quiero correr riesgos innecesarios.
Aprovecho para tomar dos o tres fotos y continuo sin novedad hasta entrar a San Cristóbal y preguntar por un estacionamiento techado, me mandan al que está debajo de la explanada de la catedral y quedo en el centro de la población, salgo a caminar algunas cuadras y a desayunar, para continuar mi viaje hacia Comitán.
Por supuesto, San Cristóbal merece la pena de muchas fotos, pero sólo tomo unas cuantas y un pequeño video que muestra algunas calles céntricas. ¡Bonito en verdad este pueblo mágico!
Regreso a la carretera rumbo a Comitán. Nuevamente, la rodada hasta este otro pueblo mágico sin mayor novedad, la carretera en magnífico estado, y Comitán otra belleza de pueblo mágico Chiapaneco, cuna de notables personajes de las letras y la historia de México. Otra vez, tomo algunas fotos y un pequeño vídeo que muestra este hermoso lugar.
Ya estoy listo para continuar hacia Tapachula, el siguiente punto conocido es La Trinitaria, lugar donde la carretera se bifurca y un camino conduce a las bellísimas Lagunas de Montebello y el otro hacia Ciudad Cuauhtémoc, Motozintla, Huixtla y Tapachula. Por ahora, tengo que sobreponerme al deseo de visitar las Lagunas y dirigirme hacia Ciudad Cuauhtémoc. Empiezan las curvas y se van sucediendo, bien trazadas, con poco tránsito, ¿Qué más se puede pedir?
Bueno, … no todo es perfecto, porque algunos topes interrumpen la fluidez de la rodada, pero el camino va transcurriendo sin contratiempos. Paso a un lado de Ciudad Cuauhtémoc y los primeros letreros que indican fontera con Guatemala, continuo por el libramiento hacia Motozintla, como es una zona urbana, empieza a haber más topes, … pero la zona urbana termina y continúan los topes, algo así me habían advertido en Comitán, ¡Ni modo! Tengo que adecuar la marcha porque los topes fueron puestos para que no puedas pasar de la segunda velocidad. Voy rodando paralelo a la línea fronteriza, y los pueblos están muy pegados uno con otro, me aproximo a Nuevo Amatenango, pueblo fronterizo voy un poco descuidado y de repente … un tope del tipo “poste tirado” aparece de repente y casi me hace caer.
Uf, me concentro en el camino porque en esta parte los dichosos topes se hacen más frecuentes. Sigue el camino sinuoso, con topes y ahora aparece un tramo con grava suelta, disminuyo para rodar a casi 40 km/h y extremando precauciones. En Huixtla aparecen los letreros que me indican el acceso hacia la autopista Arriaga – Tapachula, ya estoy cerca de mi destino del día. Ingreso a la autopista con rumbo a Tapachula y a los pocos kilómetros veo un letrero que indica que Mazatán está en una desviación hacia la derecha (Suroeste), dudo por un momento, pero decido seguir hasta Tapachula, después regresaré para reunirme con los amigos de MotoRutaMéxico, supongo que deben estar en la playa. Empieza a oscurecer y arribo a Tapachula, en alguna calle cercana al centro hago una parada para aligerar mis ropas, porque el calor es realmente intenso.
Casi a punto de volver a arrancar, se me acercan dos jovencitos y me piden que les deje tomarme una foto y accedo con gusto, con la condición que me tomen otra con mi cámara, se llaman Ale (la jovencita) y Jorge, intercambiamos fotos y sigo, ahora sí rumbo a Mazatán. Después de unos 20 km, me encuentro junto al venado que indica la entrada a la población y también el significado del nombre. Me detengo mando un SMS al Profe. Pitol y me contesta que me espera en el parque central junto al Oxxo (perdón por el comercial). Así que un poco después de las 20:00 ya estoy platicando con Pitol y su esposa de las peripecias del viaje. Un verdadero placer encontrar a los amigos después de dos días de rodar en solitario. Por cierto, quien me recibe además del Profe y su esposa es un compañero de los Touareg, Aretemio García Arizmendi, quién amablemente me asiste para que no caiga al momento de escalar la banqueta para entrar a la casa de la esposa del Profe. Un poco después, aparecen el Gunman, el rabbit, a quién no conocía personalmente, Omar Pizano y Marco quienes se unieron a la rodada apenas un día después de conocer a Pitol en la agencia Bajaj de Toluca.
El Buen amigo Gunman me acompaña a comer tacos, después de lo cual armo la tienda de campaña bajo la dirección del Profe, ya que es labor nueva para mi y después de romper una varilla, misma que no es problema para la inventiva reparadora del Profe. ¡Voilá! Ya tengo un lugar para dormir. La última actividad del día es ir al parque central a conectarme a la internet pública y mandar los mensajes que indican que estoy bien y dispuesto al ingreso a tierras chapinas.
Hasta aquí todo ha ido de maravilla.