Relato enviado por Itzco – Viejito
Serían las 10 de la mañana del primer domingo de enero cuando por fin me decidí. Nunca se pudo completar la salida en grupo a Valle de Bravo, así que fui a casa de mis padres y cuando llegue me entero que se fueron de vacaciones, mi sobrina me hizo el desayuno y fue cuando recordé que en motoruta alguien había planeado ir a los primas basálticos. No había planeado nada, tampoco conocía el destino y siendo las 10.30 estaba poniendo el odómetro en 0 y a darle.
Decidí salirme por Tulancingo según relato de Romo no estaba mal la carretera, además está la entrada de Tepexpan donde no pagas cuota. El camino es tranquilito, de subida la mayor parte, con viento de frente que a la FZ le duele y viaja a 80 o 90 kilómetros, a mí me duele no haber planeado nuevamente mi ropa y el frío pega. Me doy cuenta que cada kilometro hacia los prismas es uno que voy a tener que ir de regreso, ya es “tarde”, pero también sirve de aliento.
Un pensamiento es constante, – No planeaste nada!! No traes más que la herramienta básica, ni agua, ni un audífono en la oreja derecha, ni mochila, olvidaste la cadena para no andar cargando el casco… nada!!! Mal por ti si llegas a necesitar algo, pero…. Vas en la carretera!!!
Antes de llegar a Tulancingo la carretera ya va de bajada, el transito hace lo suyo y nuevamente se siente más veloz la motubela. No me detengo y sigo buscando la salida a Huasca. En poco ya estoy en la libre, y llego poco antes de las 13 horas estoy en San Miguel Regla.
Paso por la parte sur de la laguna, una postal.
Google Maps no miente y llego rápidamente a los Prismas Basálticos. Lo logre, hice buen tiempo considerando la hora de salida.
Cincuenta pesos la entrada, busco estacionamiento y a recorrer el lugar, no tengo hambre, desayune basto en casa de mis padres. Solo tomo algunas fotos y planeo para cuando venga nuevamente acompañado.
Me doy cuenta que el pretexto fueron los prismas y que en realidad lo que quería era hacer una ruta aunque sea un poco más larga en solitario. En dos horas ya estoy saliendo del lugar y el regreso lo planeo por Pachuca. Veo el mapa y un error me lleva a una vereda, 5 kilómetros de terracería a un destino que no es el mío, rectifico y voy de regreso. Me detengo frente a la entrada de los Prismas y se me acerca el señor que renta las cuatrimotos. Hasta donde va joven? – Al DF, a Iztacalco. Le respondo. – Uff esta largo, y peligroso. –Algo, pero solo son dos horas. – Es Yamaha su moto verdad? Salen buenas , las cuatrimotos ya tienen años y siguen jalando, mire… (me señala el logo) Yamaha. Y si efectivamente todas son Yamaha. –Qué bueno, a mí de joven me hubiera gustado salir en moto, ha de estar chingón salir a donde uno quiera, andar en la carretera – Esta usted en lo correcto. – Vallase con cuidado.
Esa pequeña platica me lleno nuevamente de ganas de estar rodando sobre el asfalto. Es verdad estar en la carretera es chingón.
Ya en la dirección correcta, el camino es bueno, ando rápido sin detenerme hasta que estoy a pocos kilómetros de Mineral del Monte, el transito se detiene y va a vuelta de rueda, subiendo lentamente a un pueblo entre neblina. El frio es penetrante. La postal es hermosa. Me detengo y tomo una foto que no le hace nada de honor a lo que veo. Lástima, no traigo más cámara que la del celular.
Voy rebasando sin problemas hasta llegar al pueblo, veo un grupo de motociclistas que se va a incorporar a la carretera, voy adelante cuando por el retrovisor los veo meterse a la fila de autos.
El transito va bajando. Y en poco estoy tomando el corredor de la montaña hacia Pachuca, el frio ya es menos, ya no se empaña la mica del casco con mi vaho. Este camino me es muy familiar, muchas veces lo trace camino a emborracharme acampando en el Chico en los años de la universidad.
Llego a Pachuca y tomo dirección a la ciudad, el indicador de gasolina ya indica rellenar. Me vi muy aventurado en venir sin herramienta y con solo medio tanque, sin itinerario y sin hambre. Paso a la primera gas “lleno” y tomo la pista.
Antes de llegar a Tizayuca veo faros de motocicletas en el retrovisor, a los pocos kilómetros me rebasa la primera Harley, me saluda. Voy a buen paso y tardan en rebasarme todos, son poco menos de veinte motociclistas del motoclub “buenos muchachos”, me gusta el nombre y el logo en sus chalecos. Voy con ellos a su paso 100-110 kilómetros por hora hasta la caseta.
Pago mi cuota y enfilo a mi destino, llego en poco menos de 30 minutos a Iztacalco. Nada mal llegar a las 5 de la tarde a mi casa.
Nada grave que reportar 280 kilómetros y una ruta al propósito del año nuevo (1 salida al mes mínimo).22 de casetas, 50 de entrada a los primas y 110 de gasolina.
Salud!!!