Amigos, regreso con la mirada puesta en la computadora después de no hacerlo desde inicios de año. Quiero ofrecerles una disculpa por haber tardado tanto en generar este relato y, pues eso, ahora sólo espero les agrade.
Para mí el “De sol a sol” es una aventura que deseo realizar año con año, pero cada vez de forma diferente, como ha sido en la segunda ocasión.
Mi De sol a sol comienza el día Miércoles 20 de abril, decido comprar balatas traseras y cambiárselas el viernes temprano antes de partir a Veracruz. Mi vendedor me comenta lo siguiente “yo que tú, me llevaba también las delanteras, no traes muchas y es mejor que llevarte el disco, con lo que vale…” Le doy el avión y me dirijo a mi casa, “problema resuelto”, pienso.
Al llegar a mi casa, me fijo si realmente me hacen falta balatas delanteras y sí, creo que así es, el vendedor tenía razón. ¿Qué hago? Hoy miércoles ya no puedo comprarlas ¿y mañana? Es jueves paso a comprar balatas delanteras saliendo del trabajo, ahora sí, ya no hay por qué preocuparse, mañana (viernes) me levanto temprano, cambio balatas, tenso cadena, monto maleta, paso por Steph (mi novia) y comienza oficialmente el De sol a sol para nosotros.
El viernes 22 de Mayo es una día lluvioso, me despierto con ansias de sol y la temperatura de la fresca mañana no es alentadora, “espero mejore”, resuena en mi mente.
Click, clack, un poco de ptssss más un toque de tlick tlick, y las balatas están listas, así como la cadena tensada y maleta puesta. Es momento.
Salgo de mi casa a las 3 pm con dirección al trabajo de mi novia, llego por ella 3:20 pm, se pone el equipo y tomamos rumbo, vamos juntos, vamos emocionados y ansiosos de kilómetros y experiencias, rodamos en la G650gs. Vemos a nuestros compañeros de viaje (Esteban y su novia, Carmela) en la caseta de Chalco, se les ve la cara de felicidad por saber que van a prender la moto, su Yamaha R3.
Son las 4:15 pm y salimos con rumbo a Veracruz, le comento a Esteban que ahora tomaremos la vía rápida a Xalapa para ahorrar tiempo, esperamos llegar antes de las 8:30 pm. Steph, Esteban y Carmela confían su ruta en mí, y comienza la carretera.
La carretera a Puebla tiene algo especial, tal vez no son las mejores curvas, ni los paisajes sobresalientes de otras rutas, pero es ese algo que sólo descubres rodándola en moto, es algo similar al confort que percibes cuando haces algo que te sale muy bien, y considero que esa carretera simplemente es muy “amable” conmigo.
La Yamaha R3 de Esteban y mi G650gs son motocicletas muy diferentes, pero sin embargo, van juntas de una forma tan cómoda que parecieran la misma: por un lado tenemos a la Yamaha: una motocicleta de media cilindrada que cualquier motorista desearía para iniciarse en los track days con algo más de “forma”: posición semideportiva, tablero muy completo, bicilíndrica y bastante revolucionada, enfriada por líquido y un motor que emite sonidos que seducen en voz baja; Por la otra parte, yo traigo la BeMe de entrada de las Trail: Un potente motor 650 que responde a cualquier “jaloncito”, cómoda posición, buena suspensión y rines para los indeseables baches, pero eso sí, una monocilíndrica que “se puede poner loca”.
La ida a Veracruz va bien, llevamos un ritmo aceptable de 140 kmph, pasamos Puebla, tomamos la desviación en seguida, y comienzan las rectas infinitas de la “Vía Rápida Xalapa”. Esteban me comenta “¿dónde pararemos a cargar gas?” a lo que yo respondo: pasando Perote será, una carga y con eso llegamos.
Llevamos alrededor de 190 kilómetros y la BeMe entra en reserva, no lo puedo creer, en carretera me habías dado 24 kilómetros por litro, ¿qué pasó? Al parecer, traer filtro de alto flujo y bujías de iridio, además de las velocidades tope a las que veníamos manejando – 160 kmph- ha cobrado la factura. Comienza una situación preocupante.
210, 220, 230 kilómetros y no hay una gasolinera, tengo en mente que con este rendimiento, tenemos para 266 kilómetros, la moto se apaga al kilómetro 256… ¿Lo bueno? Hay una señalización que menciona “Caseta de cobro a 500 metros”.
Esteban me pregunta por lo sucedido, le comento el problema en el que nos encontramos y decide ir junto con Carmela a la caseta, “igual y nos mandan gas, o nos dicen dónde está una gasolinera”. A los 5 minutos de haberse ido, respondo su llamada alentadora: Pita (así me dicen los amigos) la gasolina ya va para allá, no te muevas. Alivio en su máxima expresión.
Una sujeto por demás amable nos lleva la gasolina desde el otro lado de la carretera hasta el tanque de la moto, sólo nos puede vender 3 litros de Magna, y eso es más que suficiente para llegar a “la próxima gasolinera, a 5 kilómetros de aquí, Joven”. No tengo más que agradecer la gasolina Magna sin reproche y continuar la ruta. Esteban y Carmela nos esperan en la caseta, ahora ellos tienen la reserva en su nivel más bajo.
Vamos a velocidades de “patín del diablo” para ahorrar lo más posible su gasolina y, por fin, una gasolinera con Premium, un Oxxo y descanso del estrés. Nos tomamos 15 minutos, aunque debemos tomar sólo el tiempo necesario, ya son pasadas las 6 pm.
Recargamos tanques, pilas, un poco de agua en la cara, otro poco más para tomar, y “suénate esos mocos” dice Steph y, pues sí, me soné los mocos para que pudiéramos continuar.
Comienza a oscurecer pasado Xalapa y la tranquilidad se hace presente, ya estamos a escasos 100 kilómetros del Puerto, recuerdo que pasando Xalapa hay una desviación a la izquierda que debemos tomar para no desviar… ya me pasé.
Con pura lógica retomamos la carretera rumbo al Puerto después de perder 10 minutos y ahora sí, todo derecho y llegamos, sin broncas.
Son 9:15 y vamos llegando al puerto, nos hicimos mucho más tiempo del que previmos, pero bueno, ya estamos aquí y debemos descansar, aunque antes, una mojarra, que no por nada Steph ha comenzado a llamarme “El mojarras” cada que salimos a costa.
Caminando hacia algún restorán lugareño, vemos un pequeño cúmulo de gente afuera de “El Gran Café de La Parroquia”, una señora de edad avanzada no puede respirar, al parecer tiene comida atorada en el tracto respiratorio. Un señor intenta realizar la maniobra de Heimlich sin éxito, pues la señora se nota más desesperada a la vista de los morbosos que “dan instrucciones” pero no ayuda significativamente, ¿Actúo? Sólo conozco la maniobra en la teoría, nunca he ayudado a nadie. Veré si puedo ayudar: “Le parece si lo intento yo” le comento al señor desesperado, “sí” es su respuesta mientras se aparta de la señora.
Me coloco en posición, le indico a la señora que comenzaré a actuar, y a manera de coordinación para que intente exhalar y ayude a la maniobra, cuento hasta 3 antes del empuje “fuerte”. Con tres intentos basta para ver que comienza a respirar, siento una tranquilidad enorme, su hija me agradece y yo, estoy atónito, no sé si decir que salvé una vida, pero si lo hice, me siento bien.
Después del susto, la comida posterior y pagar la cuenta, es hora de tomar un baño, abrir las sábanas y cerrar los ojos, mañana será para dar gas mientras respiras olor a verde, sientes el calor del asfalto, la diferencia de altitudes y climas.
¡Hoy!, Hoy cruzaremos más de 700 Kilómetros, más de 4 estados, subiremos desde una costa más de 2500 metros sobre el nivel del mar y volveremos a bajar al otro lado del país (por la vía corta), el viaje no pinta tan pesado como el año pasado, pero sí con más aventuras por contar.
La idea de este De sol a sol será disfrutarlo más allá de, como el año pasado, lograr “el reto”, ahora podemos tener más rango de tiempo gracias a la velocidad promedio que las motoras nos permiten. Y así comienza, desayunamos en Veracruz tranquilamente, eso evitará que nos topemos con las casetas a tope así como las gasolineras.
Arrancamos, la mañana no es tan calurosa y eso pinta bien; se vislumbran motociclistas llenos de equipo: alforjas, maletas de tanque, cascos, chamarras, botas, guantes, intercomunicadores, da gusto ver a todos tan protegidos.
Ya en la carretera, la música se hace presente, y qué mejor que ir curveando al ritmo de “There is a light that never goes out”.
Kilómetros transcurren, árboles diferentes a cada metro: altos, gordos, con pocas u muchas ramas, pero todos verdes; neblina tenue que sube y baja intentando jugar, y hojas que vuelan a lo lejos, intentando tal vez integrarse al De sol a sol.
Recuerdo bien que hay que tener cuidado con la desviación hacia Cuautla, pues el periférico de Puebla es “engañoso” y fácilmente puedes seguirte sin algún anuncio previo, justo como nos pasó…
Eran las 12:30 pm y tomamos rumbo a Cuautla, ¡llevábamos un buen tiempo! Ya habíamos recorrido poco más de una tercera parte en menos de 4 horas y estábamos desayunados. Tal vez sea buen momento para Steph: “Amor, ¿quieres manejar aunque sea unos 5-10 kilómetros?” A lo que responde: Sí, pero en carretera donde no haya tanto tráfico y curvas y esa es la descripción exacta de la carretera para llegar a Cuautla: Rectas infinitas, poco tránsito de autos y motos (sólo aquellos que nos rebasan) así como un buen acotamiento.
Pasamos la caseta que nos adentra en la carretera y Steph toma el mando por primera vez en carretera, su mayor miedo es el clutch, ese clutch que requiere práctica cuando traes más de 300 kilos de peso y una potencia de 650cc, veamos cómo han funcionado los días de práctica anteriores…
Lo hace bien, un paso tranquilo 70-90 kmph y las intermitentes puestas, al tiempo que Esteban le traza las pequeñas curvas que se nos muestran; no pone en riesgo a nada ni nadie y justo después de algún par de curvas, decide que fue suficiente, “lo has hecho muy bien, mi amor” es mi felicitación al tiempo que veo su sonrisa “motista”.
Para ese momento de sonrisas, Esteban nos comenta que Carmela no aguanta su rodilla, una posición semideportiva para el acompañante en una motocicleta es algo que debe considerarse en un viaje largo, y esta travesía no será la excepción.
Paramos en un restorán pequeño y vacío en Cuautla, será momento de comer y que Carmela descanse su rodilla mientras aplica hielo y una posición de relax. Paramos a comer 2:30 pm. Muy buen tiempo para llegar Acapulco 7 pm aproximadamente.
Steph y y comenzamos a pedir comida, mientras vemos la molestia que impide a Carmela pensar en comer, nos preocupan ciertas cosas: que Carmela y Esteban no continúen por el dolor de la rodilla, un accidente por la misma molestia, o que decidan continuar y por el retraso actual no lleguemos a la foto, esto último es lo menos preocupante, pero lo más si es lo que eligen.
Deciden continuar, Carmela verá la forma de contener ese dolor y por ende, debemos ir más rápido para llegar antes, la molestia de seguir sobre la moto se ve en su rostro y las pintorescas respuestas que da.
La última carga de gas y para reposar será en Chilpancingo, salimos del restorán en Cuautla a las 4 pm y la foto de llegada en Acapulco se vista lejana, eso, y que Esteban se desvío por la libre a Cuernavaca cuando iba delante mío, nos resta tiempo de paciencia para Carmela y probabilidades de estar en el Hotel Princess a tiempo.
Llegamos a Chilpancingo a las 6:30 pm, cargamos gasolina en una fila reducida, al parecer somos parte del grupo rezagado pero que puede llegar a tiempo. Esteban nos dice que debemos encontrar una farmacia para comprar analgésico para Carmela, y ahora la búsqueda comienza: Rodamos por la lateral de la carretera a Acapulco y a lo lejos vemos una farmacia, “hay que llegar a ella de la forma más rápida”.
Esteban y Carmela entran a la farmacia mientras Steph y yo vemos el reloj: 6:50, 6:51, 6:52, 6:53 y caminan hacia nosotros. ¡Por fin!
Partimos hacia Acapulco a las 6:55 pm con la esperanza de llegar a la foto en el Hotel Princess, sabemos que si no aceleramos, probablemente no lleguemos: Llevamos las motocicletas al tope, llevamos una velocidad promedio de 160kmph incluso en curvas, la BeMe y la Yamaha se notan plenas, tanto que incluso rebasamos a unas cuantas 1200´s que van “más tranquilas”, y ni qué decir de aquel motociclista que cuando rebasamos se nos pegó detrás e intentaba rebasarnos y que nos cerraba el paso, aunque su contingente hubiese quedado atrás. No sabemos por qué lo hizo ni para qué, pero al cabo de unas cuantas curvas, dejó de seguirnos y rebasarnos en rectas para después quedar por detrás en las curvas.
7:42 pm y entramos al Princess, Esteban dejó de acelerar al pasar la última caseta y noté su intención de llevar a Carmela a descansar; Steph y yo nos bajamos de la moto, corremos en busca del tumulto esperando ser fotografiado y… sorpresa, la fotografía se tomó minutos antes de lo que se había programado, no llegamos.
¿Y Saben qué? No me importa, simplemente noté que el viaje fue de lo mejor, mis sentidos fueron explotados en todo aspecto y, ¿preocuparme por que no llegamos a una fotografía en la que igual y ni nos alcanzábamos a ver? No hay problema, regresaremos al De sol a sol 2017 y si llego a la foto o no, la aventura habrá valido la pena.