Viajemos, viajemos soñando, soñemos en Otinapa

Hay sueños que se olvidan, sueños que llegan, pasan y simplemente quedan atrás. Hay sueños que por un instante alumbran o torturan tu mente, pero apenas pasan y no dejan ni rastro en tu ser. Hay personas que sueñan mucho, que sueñan cosas que no cualquiera puede siquiera imaginar. Hay sueños que son anhelados, que toma años llevarlos a cabo y que cuando llegan simplemente se disfrutan y viven con la alegría de soñar despierto, de vivir al máximo para de pronto en un instante detenerte a pensar por un segundo y caer en cuenta de que talvez solo se trata de un sueño, un sueño del que no quieres despertar…

Soñemos

Soñemos

Llevamos la luz

Llevamos la luz

De pronto y sin previo aviso dispongo de un fin de semana completo libre. ¿Que hacer? ¿A donde viajar? ¿Como aprovechar este tiempo que pocas veces tengo disponible? Pienso rápidamente en destinos, de pronto quiero ir a un sitio lejano, pero el clima de inseguridad me detiene un poco, además no puede ser un sitio tan remoto pues apenas y dispongo de dos días completos. Le propongo a Ruth ir a acampar, tenemos contemplado desde hace tiempo ir a Mexiquillo, pero optamos por Otinapa, pues es un sitio mas cercano y que ofrece también buenas condiciones de seguridad. Llega el sábado por la mañana y según yo, solo tardaría un par de horas en terminar de acondicionar a Suzuki para las alforjas que le instalaré, pero nos dan las tres de la tarde y apenas estamos terminando de cargar la última bolsa de dormir. Suzuki va cargada con herramienta, ropa, comida, agua, una casa de campaña y tres bolsas de dormir… Se ve voluminosa, incluso según nosotros por esta rodada podríamos llamarla “la petacona”…

Petacona

Petacona

El día es caluroso, sobre todo en el tráfico citadino, pero vamos tomando los primeros kilómetros de la carretera a Mazatlán y se siente el clima fresco. Suzuki avanza firmemente, puedo notar el esfuerzo extra que hace para las largas subidas saliendo de Durango, pero a pesar de eso la velocidad no se resiente y sin forzar demasiado el motor podemos rodar a un mínimo de 80 km/hr. Llegamos a una larga curva de derecha que rápidamente da entrada a otra de izquierda y a la mitad de la primera nos encontramos rodando detrás de una lenta camioneta, la seguimos hasta una recta que aparentemente da una buena visibilidad, pero donde antes me había llevado un buen susto en una situación similar; sin embargo, en esta ocasión podemos rebasar sin complicaciones, Suzuki responde con decisión, nadie viene de frente y la camioneta que rebasamos disminuye ligeramente su velocidad…

Rápidamente pasamos por El Pino, donde hace unos días estuve a punto de sufrir un accidente en un traslado del trabajo, así que con ese recuerdo extremo mis precauciones y pasamos sin que ninguna vaca o caballo se atraviese por el camino. Disfrutamos las curvas de bajada de Río Chico, Suzuki adquiere aceleración rápidamente por el peso extra, pero procuro mantenerla a una velocidad segura con el freno de motor. Llegamos a Gorditas Eriliz a las cuatro de la tarde, nos detenemos pues yo tengo bastante hambre, así que disfrutamos de dos quesadillas deliciosas y una amena charla con nuestros amigos de ese buen lugar para comer.

Confía, no te comeremos

Confía, no te comeremos

Ahí habían dos quesadillas...

Ahí habían dos quesadillas...

A las cuatro y media continuamos para recorrer el resto del camino a nuestro cercano destino por el día de hoy. El sol comienza a caer, por lo cual prefiero avanzar lo máximo posible pero de manera siempre segura. En la larga recta antes de La Palmita alcanzamos una camioneta y en lugar de hacer un rápido rebase aguanto un poco hasta que puedo hacerlo de manera segura. Luego de pronto veo en los espejos un foco distante, es una BMW que viene rodando en solitario. Bastante extraño encontrarse una moto de estas un sábado a las 4:35 de la tarde por esta carretera… Le tomamos la siguiente foto y el tipo ni saluda, supongo traía mucha prisa pues además se perdió rápidamente de nuestra vista.

Sin mas, se aleja (©Ruth Rivera)

Sin mas, se aleja (©Ruth Rivera)

En El Soldado dimos vuelta a la derecha, tomamos la carretera que va hasta Otinapa y que después continua por Ignacio Zaragoza y por donde es posible llegar hasta Santiago Papasquiaro, como ya lo hice anteriormente. La carretera está en mal estado, aunque al menos no tiene tantos baches como hace unos cinco años, de cualquier modo, se tiene que rodar con mucha precaución, pues un descuido implica darle un fuerte golpe a las llantas y suspensión de la moto…

Super-baches (al menos ya están reparados...)

Super-baches (al menos ya están reparados...)

Al fondo el valle de Otinapa (©Ruth Rivera)

Al fondo el valle de Otinapa (©Ruth Rivera)

Tierra suelta y baches en curva... (©Ruth Rivera)

Tierra suelta y baches en curva... (©Ruth Rivera)

Ruth va disfrutando buena música y tomando algunas fotos con mi cámara, yo aún voy pensando un poco en el viaje que nos espera próximamente y acostumbrándome a las nuevas condiciones de equilibrio al rodar con todo el equipaje que traemos. Llegamos a Otinapa y nos dirigimos a Otinapa Sierra Camps, sitio donde acamparemos este fin de semana. Después de una pequeña espera el encargado nos indicó donde podríamos acampar, nos señaló donde están los baños y también nos proporcionó un fogatero (instrumento para no hacer la fogata directamente sobre el suelo), que usaría por primera vez en mi larga experiencia como campista (cosa que habla muy mal de mí y excelente de los administradores de este lugar, preocupado por el medio ambiente)… El lugar es completamente seguro, está cercado en todo su perímetro, está muy bien organizado y es limpio, además de que está especializado para campamentos de grupos numerosos, ya sea en casas de acampar o en cabañas, las cuales están completamente equipadas; también para estos campamentos se cuenta con instalaciones para practicar deportes extremos como rappel, escalada, tirolesa y hasta una cancha de baloncesto; también es de resaltar un par de cabañas que están alojadas en dos vagones de tren… Nos instalamos entre dos tipis, descargamos a Suzuki que nos agradeció aligerarla para que pudiera descansar en la noche. Juntar leña, armar la casa de campaña, prender la fogata, preparar la cena, una buena plática, las estrellas y la luna como escenario nos hicieron pasar una excelente noche aderezada con un frío que le daría el toque inolvidable en las primeras horas del domingo.

Sólo faltas tú

Sólo faltas tú

En nuevos territorios

En nuevos territorios

Sin barreras (©Ruth Rivera)

Sin barreras (©Ruth Rivera)

Poseído (©Ruth Rivera)

Poseído (©Ruth Rivera)

Eran un gran pueblo

Eran un gran pueblo

La mañana nos sorprende con la botella de agua que dejamos dentro de la casa casi completamente congelada, según nosotros la dejamos dentro para que no le pasara eso… Y en cambio, la botella que se quedó afuera, en las alforjas de Suzuki, no sufrió de tanto frío. También nos sorprendimos al encontrar un pino junto a los baños con varias de sus hojas (o agujas) completamente congeladas… La verdad no hizo tanto frío en mi opinión, pero las imágenes hablan por si mismas:

A prueba de todo

A prueba de todo

Lágrimas gélidas (©Ruth Rivera)

Lágrimas gélidas (©Ruth Rivera)

Caídos (©Ruth Rivera)

Caídos (©Ruth Rivera)

El frío es vida (©Ruth Rivera)

El frío es vida (©Ruth Rivera)

También somos portadores del fuego (©Ruth Rivera)

También somos portadores del fuego (©Ruth Rivera)

Con toda calma nos dispusimos a desayunar el resto de la cena y a preparar unos ricos chilaquiles instantáneos, acompañados de un rico pan untado con la infaltable Nutella… A eso de la una de la tarde ordenamos un poco nuestras cosas, las metimos en la casa y salimos rumbo al puente del tren Río Chico, por un camino que yo ya había recorrido anteriormente con los endureros a toda velocidad, pero esta vez voy tranquilo, fijándome en esos detalles que antes no había percibido. Llegando a las inmediaciones del puente y donde hay un sitio ideal para estacionamiento, encontramos a unos exploradores de algún grupo de turismo de aventura de Durango. Estaban preparándose para una excursión y dejarían su camioneta ahí, así que confié en dejar a Suzuki en esa misma zona y caminamos rumbo al puente a pie.

Apenado (©Ruth Rivera)

Apenado (©Ruth Rivera)

Adivina adivinador (©Ruth Rivera)

Adivina adivinador (©Ruth Rivera)

El cruce lo hicimos lentamente, tanto que antes de la mitad nos alcanzaron los excursionistas y uno de ellos dijo: “no se preocupen, lo más feo se siente en la mitad que les falta”… Estuvimos algunos minutos en el sitio, explorando, conociendo, maravillándonos de la habilidad de los constructores que lo edificaron hace años, nos imaginamos como pudo trabajar la gente de la pequeña estación; yo particularmente recordé mis años de la infancia cuando vine de excursión a este sitio.

Puente del tren de Río Chico (cerca de Otinapa)

Puente del tren de Río Chico (cerca de Otinapa)

Te interrumpí

Te interrumpí

Comunicación rota

Comunicación rota

¿Quién habita?

¿Quién habita?

Somos los que toman fotos, los viajeros

Somos los que toman fotos, los viajeros

Ingeniería en toda la extensión de la palabra (©Ruth Rivera)

Ingeniería en toda la extensión de la palabra (©Ruth Rivera)

Simetría (©Ruth Rivera)

Simetría (©Ruth Rivera)

En otros tiempos

En otros tiempos

Iglesia en Otinapa

Iglesia en Otinapa

No permanecimos demasiado tiempo, pues aún quería llevar a Ruth a conocer dos sitios más por la zona y ya casi eran las dos de la tarde… Regresamos a Otinapa y tomamos un camino que sube rumbo a una meseta y que ofrece unas vistas grandiosas del valle de Otinapa. Yo anteriormente ya había venido por aquí con los cuatrimoteros, pero en esta ocasión el camino está en peores condiciones y tiene material bastante flojo, es talco. Incluso en una fuerte pendiente de subida antes de una curva casi pierdo el control por unas rocas que estaban ocultas por el talco, y ya que me logré detener no podía arrancar, pues casi no tenía tracción, afortunadamente a base de torque la Suzuki pudo continuar su marcha con firmeza…

Luce bien el valle de Otinapa pero...

Luce bien el valle de Otinapa pero...

...antes todo estaba cubierto de pinos.

...antes todo estaba cubierto de pinos.

La bajada es mas sencilla

La bajada es mas sencilla

Solamente llegamos a la meseta, rodamos un poco mas por ahí y como vi que no llegábamos a ningún lugar que valiera la pena decidí regresar por donde mismo. Rápidamente llegamos a Otinapa y dejé pendiente rodar rumbo a La Luz, pues ya se hacía tarde y aún teníamos que quitar la casa de campaña, enrollar bolsas de dormir y meter todo a las alforjas. Con bastante desidia hicimos esto último, la verdad no me era tan difícil levantar el campamento, muchas veces ya lo había hecho antes, pero no quería irme, me hubiera gustado tener más días libres y poder quedarnos al menos uno mas en un sitio tan agradable y tranquilo.

Ni hablar, regresemos...

Ni hablar, regresemos...

Finalmente a las cinco de la tarde emprendimos el regreso a Durango, otra vez con calma tomamos el camino rumbo a El Soldado, esa carretera con abundantes baches… El regreso se pasa muy rápido, el clima no es frío, solo fresco, y rápidamente llegamos a Durango. Pasando por Gorditas Eriliz saludo con el claxon y bajando las curvas de Río Chico vemos en un pequeño espacio del lado del voladero cuatro motos de baja cilindrada principalmente. Se ven deportivas, chopper, alguna urbana si no me equivoco y entre ellas hay japonesas y chinas, pero sus pilotos no se ven… Eso nos desconcierta un poco y de plano me quita las ganas de detenerme con ese grupo tan heterogéneo, pero continuamos a baja velocidad para buscar alguien relacionado con esas motos, y en un pequeño promontorio desde donde se aprecia mejor el paisaje vemos un grupo de unas ocho personas entre hombres y mujeres, no los vi a detalle, pero parecían jóvenes todos ellos, y si no me equivoco irían cada piloto con su mochila…

Entre El Soldado y Otinapa

Entre El Soldado y Otinapa

Llegamos a casa sin mas novedad, dejando otro buen fin de semana en el recuerdo, una experiencia más vivida y por lo cual te agradezco Ruth, por seguir siendo parte. Dedico este relato a Motoneto, de Tehuacán, Puebla, quien prácticamente está al tanto de cada una de mis publicaciones desde su Honda Tornado 250.

Distancia total recorrida: 153km