Relato por Beto Karamawi
Antes que todo me presento, me llamo Alberto Soto, originario del Edo. Méx., Arqueólogo y productor de cerveza artesanal en el estado de Puebla.
¿Cómo empecé en el mundo de las dos ruedas? Fue hace más de 10 años cuando era un niño y visitaba a mis primos en vacaciones, tenían una motito Carabela, en la que a base de caídas y raspones aprendí a manejarla. Con el paso de los años mis primos pusieron un taller de motos, lo que facilitaba las cosas para poder rodar todo tipo de motos, darle la vuelta a la cuadra o algún viaje corto. Mis primos se mudaron a León, Gto., entre eso y las actividades escolares y otros intereses de juventud me alejé de las dos ruedas.
Fue hasta una estancia de trabajo por dos años en la ciudad de Hermosillo, Sonora, y gracias al pésimo transporte público, que decidí comprarme mi primer moto, como la ciudad es pequeña y las distancias son cortas, busque algo económico, así fue que compre una Italika 90cc., fui muy feliz con ella en esa ciudad y cada que podía me iba a la playa, a Bahía de Kino o a Guaymas que está a unos 70km aproximadamente. Pero como si el destino lo predijera, justo a unas semanas antes de tener que regresar al DF, me la robaron. Tras un año de pelearme con seguros Azteca y ganarles una demanda me pagaron el monto más intereses, lo cual en ese momento agradecí mucho, ya que de no habérmela robado se me hubiera complicado el retorno a casa.
Con esa experiencia, me quedé con ganas de tener otra moto, por mucho tiempo lo pensaba, pero con la fábrica de cerveza y el mudarse a Puebla a vivir con mi esposa generaba otros gastos primordiales.
En diciembre del año pasado me regresó con mucha fuerza las ganas de tener de nueva cuenta una moto. Algo no muy grande, ni muy sofisticado, y aunque quisiera el presupuesto me ubicaba en la realidad. Así que empecé a investigar en la red, y gracias al Google, di con esta página y con muchas otras que hacían comparativos entre motos de baja cilindrada, que si Italika, que si Vento, que si Carabela, etc. Un día salgo con mi esposa a visitar agencias de motos en Puebla, la primera que visitamos, Bajaj, y mi esposa dijo: “esa, esa me agrada mucho, quiero esa”, volteo y veo la Avenger 220, me agradó bastante, pero le dije: “veamos todas las opciones”. Después de ver todas las opciones, seguía indeciso, pero mi esposa no, ella seguía diciendo que quería la primera que habíamos visto.
Después de seguir con la búsqueda de referencias ya más específico en la Avenger, y leyendo los relatos aquí compartidos y en otras páginas, me convencí por esta máquina.
Sin más ni más, fui con Vane mi esposa a la agencia de Bajaj en Puebla, preguntamos todos los detalles de la Avenger, después de verla, subirme, visualizarme y sobre todo viendo el entusiasmo de Vane, le dije al joven de ventas que me preparara la Avenger que me la llevaba puesta, y me dijo que no era posible que me entregarían hasta el siguiente día para ponerla a punto. Si le hubiera hecho caso a mi esposa desde que vio la Avenger por primera vez me hubiera ahorrado unas semanas.
Así que tenía 24 horas, largas horas para que me entregaran mi máquina, ¿y que iba a hacer en todo ese tiempo?, fácil, comprar el equipo personal porque no tenía nada de nada. Así que ahora emprendí la búsqueda del casco, guantes, chamarra, pantalón, etc.
Y después de las burlas de Vane por decirme que parecía que me iba a dormir vestido con casco, chamarra y guantes como niño chiquito, y después de pasar el tiempo, llegó la hora de recoger mi Avenger.
Estaba ahí con la emoción, nervio y todos esos sentimientos encontrados que seguramente todos han sentido cuando te van a entregar tu nueva moto. Después de la explicación del vendedor y todo el protocolo de entrega, es hora de partir a casa, un viaje de 25km hasta el lugar a donde vivo, mi esposa escoltándome con el carro, yo, recordando mi infancia con mis primos en las motos, la Italika de Hermosillo, y hasta ya me veía rodando tan lejos como pudiera, en eso, escucho el claxon del carro de mi esposa, lo que me hace recordar que debo de ir a casa.
El camino, es gran parte de la carretera federal Puebla-Atlixco, por lo que me daba nervio ir entre el tránsito pesado y el tráfico de las 18:30, pero me concentre en manejar lo mejor posible, en acoplarme a la Avenger, en sus velocidades, sus frenos, el motor, todo. Cuando menos lo pensé ya estaba en el poblado de Chipilo, lo que me indicaba que a menos de un kilómetro tenía que desviarme al pueblo donde vivo y donde todos ustedes tienes su casa, San Bernabé Temoxtitla. Para haber conducido mis primeros 25km en una moto de velocidades después de 10 años de no hacerlo, creo que lo hice muy bien.
Así fue mi regreso a las dos ruedas, gracias por leerme y pronto subiré otro relato sobre Los primeros 500km.