Relato enviado por: Ro Pitalúa
Un relato de mi primer viaje nocturno, el descubrimiento de la belleza de rodar de noche por autopista.
Antes de comenzar este relato, me gustaría disculparme con ustedes por no ofrecer ninguna fotografía verídica de esta aventura, esto debido a que ha sido una de las mayores experiencias de mi vida: decidí inmortalizarlo en mi mente y no en un aparato tecnológico.
Todo comienza el viernes 04 de Diciembre, mi novia y yo tenemos programado salir 3:30 pm del D.F. con rumbo a Acapulco, para así llegar 7:30-8 pm. Las cosas se complican, ella no puede escapar de su trabajo a la hora programada, mis nervios por conducir de noche se exaltan en una tranquilidad hipócrita y, ¡por fin! Salimos 4:30 pm con destino acapulqueño.
La llegada a la caseta de Tlalpan nos supone 45 minutos por el tráfico capitalino, ya son 5:15 y nos quedan 45 min. de sol, mi preocupación es basta. Comenzamos con los 8 kilómetros de curvas previos a la pera; me fascinan esas curvas, son tan cerradas, tan limpias, tan emocionantes, que pff, no bajo la moto de 130 km/hr.
Justo antes de llegar a la pera, surge de una curva un tráfico endemoniado, pienso que sólo puede ser algo que no espera ver ningún motociclista en ruta: un biker accidentado.
Por “suerte” sólo se trata de un incidente menor de un automovilista, no hay ambulancias y el auto se nota “bien”, la calma viene de forma gradual.
Llegando a la pera, como es mi costumbre, bajo la velocidad a 80 km/hr por el respeto que le tengo a la curva y a los accidentes ahí ocurridos; justo saliendo de la pera noto la belleza de la conducción nocturna: El atardecer y volverte uno con la oscuridad.
Pasamos Cuernavaca con la noche sobre nuestros cascos: ver cómo desaparece el paisaje es maravilloso, sentir cómo todo se oscurece y comienzan a surgir pequeños puntos brillantes donde solía haber paisaje, mi novia me abraza, decido dar gas a fondo por momentos y los reflejantes de la carretera son como aquellas estrellas lineales cuando una nave espacial viaja a la velocidad de la luz, ¡de verdad!
Noto algo que me cambia la perspectiva: ¡La noche me está haciendo la noche! así que hay que disfrutarlo, la carretera es segura, tengo buena iluminación, buena moto en cuanto a seguridad se refiere (ABS, buena suspensión y una aceleración preciosa) así que hay que darle el giro a la situación, volverlo algo qué contar: El asunto comienza a volverse sensorial.
Pasando Tequesquitengo la carretera está vacía, sólo estamos dos personas a bordo de una hermosa BMW G650GS en medio de la nada, ¿imaginan conducir en una situación así? ¿ sabrían si sentir miedo, emoción, adrenalina o todas juntas? Yo sólo tenía en mí una inmensa sensación de paz con adrenalina, algo inusual, lo sé, pero era como estar jugando solo en casa cuando eres pequeño.
Un Mini cooper que se siente Senna:
Pasando la caseta Puente de Tixtla nos alcanza un Mini Cooper que traza sus curvas aprox. a 150 km/hr. Decido pegármele puesto que él me iluminará las curvas de manera más precisa y será él quien tenga que ejecutar frenado de emergencia si algo adelante surge, una experiencia inolvidable: Nos acompañábamos a 150-160 km/h mientras él trazaba sus curvas y yo acostaba la moto, éramos una dupla en la que yo obtenía provecho a cambio de darle compañía; Nos “reventamos” más de 120 kilómetros en menos de una hora.
Llegando a la caseta de Acapulco, el Mini nos manda un saludo efusivo, sabe que fue divertido y me ayudó con la iluminación y trazo de curvas, un saludo biker sale de mi mano hacia un automovilista.
Estamos en el Maxitúnel, mi alegría es harta por haber llegado con bien y saber que mi novia confió en mi, que no dejó de abrazarme y, sobre todo, por el cambio de perspectiva a la conducción nocturna, la cual sigo admirando y respetando en demasía.
Nos hicimos 5 horas de camino por todo el tráfico que encontramos, pero no lo cambiaría por nada, cada elemento de ese viajo lo volvió increíble.
Ya en Acapulco, ni qué decir de lo maravilloso que es llegar a competir en el mar, acompañar a tu novia en su primer travesía en mar abierto y saber que estás con alguien que disfruta tus mismas pasiones.
Este año logré bajar 1 minuto a mi marca del año pasado en un kilómetro, fui con mi novia y con una motocicleta que logré obtener gracias a la colaboración de un grupo de Facebook asombroso.
Sin más qué relatar en este escrito, les comento que pronto estaré haciéndoles llegar un relato sobre mi visita la Huasteca Potosina, hasta ahora la ruta más compleja, peligrosa y emocionante que jamás haya redactado un servidor.
Ahora sólo puedo recomendarles visitar el artículo con el cual comencé a colaborar en este maravilloso sitio: Mi primer viaje en moto:
Y otro sobre un viaje que cambio mi perspectiva sobre las “maquinotas” las “maquinitas”, las máquinas: